EVOLUCIÓN
HISTÓRICA DEL CONCEPTO CIENTÍFICO
Evolución histórica de la tierra
y el universo
Origen del universo
Para
los observadores sobre la Tierra parece que ésta se mantiene quieta y todo lo
demás se mueve a su alrededor. Así, al tratar de imaginar cómo funciona el
universo, le dio un buen sentido a la gente en épocas antiguas para iniciar con
estas verdades aparentes. Los antiguos pensadores griegos, en especial
Aristóteles, establecieron un patrón que duró 2 000 años aproximadamente: una
gran Tierra estacionaria en el centro del universo, y puestos alrededor de ésta
el Sol, la Luna, y pequeñas estrellas ordenadas en una esfera perfecta, con
todos estos cuerpos orbitando en círculos perfectos a velocidades constantes.
Poco después del comienzo de la Era cristiana, el concepto básico fue
transformado en un modelo matemático poderoso por un astrónomo egipcio,
Ptolomeo. Su modelo de movimientos circulares perfectos sirvió bien para
predecir las posiciones del Sol, la Luna y las estrellas. También explicó
algunos de los movimientos en el espacio que parecían claramente irregulares.
Unas pocas "estrellas errantes" (los planetas) no parecían girar
perfectamente alrededor de la Tierra, sino que más bien cambiaban su velocidad,
y a veces iban en reversa, siguiendo trayectorias de vueltas desiguales. Este
comportamiento fue explicado en el modelo de Ptolomeo añadiendo más círculos,
los cuales giraban sobre los círculos principales.
En
los siglos siguientes, conforme los datos astronómicos se acumulaban y llegaban
a ser más precisos, este modelo fue refinado y complicado por muchos
astrónomos, incluyendo árabes y europeos. Por muy inteligentes que fueran los
refinamientos en los modelos de círculos perfectos, no implicaban ninguna
explicación física de por qué los cuerpos celestes debían moverse de esa
manera. Los principios del movimiento en el espacio se consideraron muy
diferentes de los del movimiento en la Tierra.
Poco
después del descubrimiento de América, un astrónomo polaco llamado Nicolás
Copérnico, contemporáneo de Martín Lutero y Leonardo da Vinci, propuso un
modelo diferente del universo. Descartando la premisa de una Tierra
estacionaria, demostró que si ésta y todos los planetas giraran alrededor del
Sol, el movimiento aparentemente errático de los planetas podía explicarse en
una forma intelectualmente más satisfactoria. Pero el modelo de Copérnico
todavía usaba movimientos circulares perfectos y era casi tan complicado como
el viejo modelo de la Tierra en el centro. Además, su modelo violaba las
nociones de sentido común prevalecientes acerca del mundo; tal modelo requiera
que la Tierra, aparentemente inmóvil, girara por completo sobre su eje una vez
al día, que el universo fuera mucho más grande de lo que se había imaginado, y
lo peor de todo que la Tierra se convirtiera en un lugar común perdiendo su
posición en el centro del universo. Más tarde, se pensó que una tierra que
orbitara y girara era incompatible con algunos pasajes bíblicos. La mayoría de
los eruditos notaron muy poca ventaja en un modelo con el Sol en el centro, y
un costo muy alto si renunciaban a muchas otras ideas asociadas con el modelo
tradicional de la Tierra en el centro.
A
medida que las mediciones astronómicas continuaron haciéndose más precisas,
llegó a ser claro que ni el heliocentrismo ni el geocentrismo podrían funcionar
mientras todos los demás cuerpos tuvieran un movimiento circular uniforme. Un
astrónomo alemán, Johannes Kepler, coetáneo de Galileo, desarrolló un modelo
matemático del movimiento planetario que descartaba ambas premisas tan
respetables una Tierra estacionaria y un movimiento circular. Postuló tres
leyes, la más revolucionaría de las cuales fue que los planetas se mueven
naturalmente en órbitas elípticas a velocidades variables pero predecibles. A
pesar de que esta ley resultó ser correcta, los cálculos para las elipses eran
difíciles con las matemáticas conocidas en ese tiempo, y Kepler no ofreció
ninguna explicación de por qué los planetas se movían de esa forma.
Las
muchas contribuciones del científico italiano Galileo, quien fue coetáneo de
Shakespeare y Rubens, fueron de gran importancia en el desarrollo de la física
y la astronomía. Como astrónomo, construyó y utilizó el telescopio recién
inventado para estudiar el Sol. la Luna, los planetas y las estrellas, y
realizó un sinnúmero de descubrimientos que apoyaron la idea básica de
Copérnico del movimiento planetario. Probablemente el más distinguido de éstos
fue el hallazgo de cuatro lunas que giraban alrededor del planeta Júpiter,
demostrando que la Tierra no era el único centro de movimiento celeste. Con el
telescopio, también descubrió los inexplicables fenómenos de los cráteres y las
montañas en la Luna, las manchas en el Sol, las fases de Venus parecidas a las
lunares, y un gran número de estrellas invisibles para un ojo normal.
Origen de la Tierra
El
origen de La Tierra es el mismo que el del Sistema Solar. Lo que terminaría
siendo el Sistema Solar inicialmente existió como una extensa mezcla de nubes
de gas, rocas y polvo en rotación. Estaba compuesta por hidrógeno y helio
surgidos en el Big Bang, así como por elementos más pesados producidos por
supernovas. Hace unos 4.600 Millones de años, una estrella cercana se
transformó en supernova y su explosión envió una onda de choque hasta la
nebulosa protosolar incrementando su momento angular. A medida que la nebulosa
empezó a incrementar su rotación, gravedad e inercia, se aplanó conformando un
disco protoplanetario (orientado perpendicularmente al eje de rotación). La
mayor parte de la masa se acumuló en su centro y empezó a calentarse, pero
debido a las pequeñas perturbaciones del momento angular y a las colisiones de
los numerosos escombros generados, empezaron a formarse protoplanetas. Aumentó
su velocidad de giro y gravedad, originándose una enorme energía cinética en el
centro. La imposibilidad de transmitir esta energía a cualquier otro proceso
hizo que el centro del disco aumentara su temperatura. Por último, comenzó la
fusión nuclear: de hidrógeno a helio, y al final, después de su contracción, se
transformó en una estrella T Tauri: el Sol. La gravedad producida por la
condensación de la materia –que previamente había sido capturada por la
gravedad del propio Sol–, hizo que las partículas de polvo y el resto del disco
protoplanetario empezaran a segmentarse en anillos. Los fragmentos más grandes
colisionaron con otros, conformando otros de mayor tamaño que al final
formarían los protoplanetas.3 Dentro de este grupo había uno situado
aproximadamente a 150 millones de km del centro: la Tierra. El viento solar de
la recién formada estrella arrastró la mayoría de las partículas que tenía el
disco, condensándolas en cuerpos mayores.
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